Mi vocación por la cocina fue temprana. Crecí en el campo, entre los fogones de mi madre, gran cocinera y enamorada de la cocina, y mi padre que, después de trabajar, atendía la huerta ,los frutales, las gallinas, los conejos, los pitos de caleya…
Los fines de semana nos llevaba por los bares de los pueblos de Las Cuencas, donde comíamos esa cocina tradicional de temporada y de cuchara que tanto nos gustaba.
Durante mi época de estudiante viajé bastante por Francia y conocí sus pueblos, con sus pequeños y encantadores restaurantes.
Todo ello influyó mucho en mi decisión de montar un pequeño restaurante en Lada, en el bajo de mi casa y con la ayuda de mi familia. Desde entonces, con mucho tesón y trabajo, fui poco a poco creando lo que es hoy Casa Adela.