Soy de Callezuela, capital de este próximo y un tanto desconocido concejo. Decidí levantar mi restaurante sobre la tenada familiar, y de ahí el nombre, famoso entre asturianos, extranjeros e incluso reales.
Todo gira alrededor de un delicioso y pantagruélico menú más asturiano que Pinín, Pinón y Telva, servido en cantidades sin límites y a precio fijo: Sopa de boroña, pote, fabes, callos, cordero, adobo, arroz con leche…
Junto a mí, trabajó duramente Manolo, mi marido, que ahora disfruta de la jubilación. Pero ahora mis ayudantes son mis dos hijos, Lolo y Nacho.
Se trata pues de un negocio familiar con sabores realzados por el siempre cariñoso toque materno, donde además de quedar «fartucu», quedas con ganas de volver cuanto antes.