La mantequilla es uno de los alimentos más utilizados en la cocina. Tanto en repostería como en otro tipo de platos, el 99% de las recetas indican que la mantequilla debe estar derretida para utilizarla. Esto se debe a que para que este producto se funda y aporte su cremosidad a muchos platos es necesario que esté en estado líquido o, de lo contrario, será imposible fusionarlo con otros ingredientes.
Elige un recipiente en el que quepa la porción de mantequilla que quieras utilizar. Calienta el recipiente o bien al baño maría o en un microondas. Cuando el recipiente esté caliente, con cuidado de no quemarte, colócalo sobre la porción de mantequilla un par de minutos y verás como se ablanda. Ten en cuenta que cuanto menor sea la porción de mantequilla, más rápido se ablandará.
Lo primero es determinar la cantidad de mantequilla que vas a necesitar. Después, con la ayuda de un rallador, presiona y desliza para que los trozos de mantequilla caigan en el bol.
Ablanda la mantequilla con la ayuda de un microondas. Colócala en el centro del microondas y caliéntala durante pocos segundos. Controla el tiempo para que la mantequilla no se derrita.