
La leche y sus derivados son alimentos equilibrados que proporcionan un elevado contenido de nutrientes; bajo una alimentación sin excesos, proporciona proteínas de alto valor biológico, grasa, hidratos de carbono (lactosa), vitaminas y minerales de alta biodisponibilidad, por eso, su consumo se considera un hábito clave para obtener una alimentación completa en todas la etapas de la vida.
Un mineral de alta importancia en los lácteos es el calcio, micronutriente que forma parte de muchas actividades biológicas de nuestro organismo. Este mineral destaca por su alta actividad en la regulación y en la composición de la masa ósea y también presenta una actividad en la composición en el balance energético.
Una ingesta adecuada de calcio es necesaria y beneficia al individuo en cada etapa de la vida. En la infancia y la adolescencia la ingesta adecuada de este mineral contribuye al correcto crecimiento y la maduración de la masa ósea del individuo. Además, su ingesta en la tres primeras décadas de la vida está asociado con un aporte óptimo de calcio, que ayuda a disminuir el riesgo de desarrollar osteoporosis en la edad adulta.
Otras etapas de la vida en la que la ingesta del calcio es de alta importancia son el embarazo y la lactancia. Las necesidades de calcio se ven incrementadas, ya que el esqueleto del feto debe de mineralizarse. Adicionalmente, en las personas mayores se ha observado que la disminución del consumo del calcio se asocia con una reducción de la masa ósea y la aparición de osteoporosis prematura. En este caso una combinación de calcio con vitamina D mejoran la masa ósea que contribuye a disminuir la frecuencia de las facturas y ayuda a mejorar la densidad mineral de las personas que van envejeciendo.
Por otra parte, el calcio parece influir en el control y regulación del peso corporal en distintas etapas. Los lácteos, por lo general, presentan un efecto saciante que contribuye al control del apetito, gracias a la combinación de las proteínas y el contenido de calcio.
Una ingesta adecuada de calcio durante la infancia, adolescencia, el embarazo y la lactancia se estima entorno de unos 1300 mg/día en función de que ascienden los requerimientos y las necesidades nutricionales en esa etapa de vida. Por otra parte, a los mayores de 50 años y adultos entre 19-50 años se les recomienda una ingesta de calcio de 1200mg/ día y 1000 mg/ día, respectivamente.
En un marco de una alimentación variada y equilibrada se recomienda un consumo de 2 a 3 raciones diarias de leche y derivados lácteos, dependiendo de la edad y situación fisiológica. Así, en niños, adolescentes y embarazadas se recomiendan 3-4, mientras que en adultos y adultos mayores de 2 a 3 raciones al día. Eso significa que 2-3 raciones equivalen aproximadamente hasta un 30% de la ingesta recomendada mientras que 3-4 raciones pueden llegar a cubrir hasta un 35% de las recomendaciones necesarias en los grupos con necesidades nutricionales elevadas.