En el caso de las intolerancias se originan en el sistema digestivo, más que en el inmunitario. En concreto, se debe a la ausencia de enzimas, moléculas proteicas que se encargan, entre otras cosas, de descomponer los alimentos. En cuanto a los síntomas, la intolerancia también se manifiesta de formas que nos recuerdan a los de la inflamación y los menos letales de la alergia alimentaria.
Abstenerse de ciertos alimentos, consumirlos en muy pequeñas porciones (solo en casos específicos) es el principal tratamiento para enfrentar cualquier intolerancia alimentaria.
En general, en las alergias el primer contacto entre una sustancia y el sistema inmunitario sirve para reconocerla y clasificarla. Si el organismo determina que se trata de un elemento hostil, la próxima vez que se encuentren, lo atacará. Cuando esto se produzca, el cuerpo actuará rápidamente ante lo que considera un riesgo inminente. Ante esta situación, los glóbulos blancos producirán anticuerpos para poder neutralizar al alimento. A continuación, se liberará histamina, implicada en las distintas respuestas alérgicas.
Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), el 8% de los menores de 14 años y entre el 2% y el 3% de los adultos tienen al menos una alergia alimentaria. Sin embargo, según la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI), se cree que podría existir un alto grado de infradiagnóstico y que estos datos podrían ser mayores.
Hay más de 120 alimentos descritos como causantes de alergias alimentarias y 14 alérgenos de declaración obligatoria:
GLUTEN
CRUSTÁCEOS
HUEVOS
PESCADO
CACAHUETES
SOJA
LÁCTEOS
FRUTOS SECOS
APIO
MOSTAZA
SÉSAMO
SULFITOS
MOLUSCOS
ALTRAMUCES
GLUTEN
CRUSTÁCEOS
HUEVOS
PESCADO
CACAHUETES
SOJA
FRUTOS SECOS
APIO
MOSTAZA
SÉSAMO
SULFITOS
MOLUSCOS
ALTRAMUCES